La dirigencia del PP semeja haber hecho las paces en su interior. Por lo menos, a nivel público. Este domingo, a lo largo de su Reunión General, Roxana Baldetti fue reelecta secretaria general del partido bajo el lema de ser una nueva «derecha popular». Junto ella repite Alejandro Sinibaldi, secretario adjunto I, número dos del partido, quien aprovechó el micrófono para dar un discurso que sonaba a la aceptación de una precandidatura presidencial que jamás se hizo.
Ahí dentro todo parecía preparado para un concierto: torres de altavoces, 22 cañones de luces, cinco pantallas gigantes y más de cuatro mil sillas. “¿Dónde están los patriotaaaaaaaaaaaaaas?”, gritó el animador Juan José Ríos, quien fue presentador del noticiario Guatevisión y es directivo de la Radio TGW. Entonces se levantaron las pancartas, se ondeaban las banderas y se alzaron los puños. “¡No los escucho! ¿Están listos para recibir a las máximas autoridades de nuestro gran partidoooooooo?”, gritó. Y la coreografía se repitió. A penas eran las 9:40 de la mañana y faltaba más de dos horas para festejar lo que ya estaba pactado. La Reunión además de esto, fue transmitida en vivo en canales de T.V. abierta.
La Reunión General del Partido Patriota (PP) no deparaba muchas sorpresas. Desde mediados de la semana se sabía que Roxana Baldetti repetiría la secretaría general del partido. Eso era seguro desde septiembre del año pasado, cuando los rumores que la vicepresidenta renunciaría de buscar una candidatura presidencial tomaron fuerza. El resto de puestos en el Comité Ejecutivo estaban en duda y se acordaron al final de la semana pasada. Consistió en un pacto de no agresión, de mostrar la unidad del partido.
Por esta razón Alejandro Sinibaldi, el ministro de Comunicaciones, asimismo repetiría como secretario adjunto I a pesar de los desencuentros constantes con Baldetti en el último año. Por eso no se charlarían de precandidaturas a las elecciones presidenciales de dos mil quince. Por eso se negoció con lo que dieron por llamar “los liderazgos del partido” para enmudecer todas y cada una de las voces discordes que se alzaron desde en el mes de enero, cuando afirmaba que la vicepresidenta deseaba supervisar los destinos de la Asamblea General dejando fuera a encargados municipales y departamentales que no comulgaban con su línea de pensamiento.
Este domingo, todos y cada uno de los problemas del PP, al menos de cara al público, quedaron de lado. Si en algo coincidieron los discursos de Sinibaldi y Baldetti fueron en los elogios mutuos, la palabra unidad revoloteando toda vez que pudo ser citada y en las flores para el presidente de la República, Otto Pérez Molina.
La democracia del partido
Desde el principio, aún sin estar en la tarima, Roxana Baldetti estaba en todos lados. Su nombre estaba escrito en la espalda de las playeras de cientos y cientos de correligionarios; desde los 8 carteles gigantes que adornaban el salón número seis del Parque la Industria, la sonrisa de la secretaría general se miraba desde cualquier ángulo; era descrita por los animadores como la mujer que probaba de qué manera hacer una mejor Guatemala; y un “¡Roxaaaaaana, Roxana, Roxaaaaaana, Roxana!” se coreaba entre el traqueteo de los redoblantes desde los altoparlantes. Aquello, la muestra de democracia interna del Partido Patriota era, en cualquier caso, una celebración de reeleccion sin oposición alguna para su secretaria general.
“Roxana manda en el PP”, comentó una fuente interna del instituto político hace un par de meses. “Ese no es ningún secreto y lo que hay ahora son negociaciones para poder ver a quién deja o no deja estar en el Comité Ejecutivo Nacional”. Baldetti maneja el partido desde el catorce de junio de 2009, cuando fue elegida como secretaria general del PP. Si bien ella siempre y en toda circunstancia hace referencia al trabajo como motor de todo lo que ha conseguido desde el instante en que comenzó su carrera política en 2000; lo de aquel domingo de junio, 5 años atrás, fue una imposición a dedo de Pérez Molina, que se distanciaba del cargo para poder correr como candidato a la presidencia. Lo de este domingo fue una autoproclamación.
Desde mediados de la semana pasada se tenían planillas únicas para todos los cargos del Tribunal de Honor, el Comité de Fiscalización Financiera, el Consejo Político y el Comité Ejecutivo Nacional. El resto era trabajo de los asambleístas, los encargados de enseñar de qué forma funciona la democracia interna del PP. Ellos solo debían levantar un tarjetón de cartón cuando preguntaran si estaban de acuerdo con los listados presentados.
Así, 4 veces el presidente de la Asamblea General, el diputado, expresidente legislativo y secretario departamental de Guatemala, Gudy Rivera, diría que se elegían las nuevas autoridades del partido por “unanimidad” sin siquiera confirmar que todos habían votado. Quizá era porque la representatividad de los elegidos se fundamentaba en que nadie competía contra ellos. Luis Haroldo Rivera, encargado municipal de San Pedro Sacatepéquez, San Marcos, aseguró que la nómina para el Comité Ejecutivo representaba la voluntad de 192 encargados titulares de 17 departamentos del país. Y todo el mundo pareció estar conforme por el hecho de que absolutamente nadie se opuso. Cartones al aire. Aplausos.
¿Quién se iba a oponer? Todo estaba montado. En cada silla dispuesta en la tarima primordial estaban los nombres impresos de cada una de las personas que serían nominadas. Con algunas salvedades, como la del regidor de Santa Catarina Pinula, Antonio Coro, todos habían subido hasta ahí entre aplausos después de ser llamados por los animadores del acontecimiento mucho antes que se dieran las votaciones. Incluso, en la mesa principal, Mauricio López Bonilla, Michelle Melisa Martínez y Pedro Muadi, los nuevos secretarios adjuntos del partido y que todavía no habían sido electos, ya lucían tarjetas impresas que delataban los puestos que ocuparían.
Los cambios, los discursos
Baldetti encendió los ánimos del público. Vestida con una camisa blanca de botones, igual como en la que vestía para la foto de los posters gigantes, la reelecta secretaria general pasó lista por departamento. Solicitó aplausos hasta para los representantes del Tribunal Supremo Electoral (TSE), que daba fe de la reunión. Hizo cantar a los asistentes. Y después, tras loar las virtudes del partido y del presidente Pérez Molina, resumió 3 ideas principales en su discurso: el relevo de las autoridades, la unidad del PP y la nueva visión de “derecha popular” del partido, que dejó que la mayoría de preguntas no se decantaron por cuestionar las negociaciones y los cambios.
Este es un cambio en la oferta del partido, antes promotor de la seguridad y la lucha contra la corrupción, más a tono con el distanciamiento entre Baldetti y la elite a lo largo de los primeros dieciseis meses del gobierno de Pérez Molina. En estos, ha sido una incesante los señalamientos de corrupción de la elite contra la Vicepresidente. A ellas se aúnan las demandas incesantes de José Rubén Zamora, presidente de elPeriódico, que van desde supuestos actos millonarios de corrupción y relación con el crimen organizado hasta chismes y recriminaciones por su estilo de vida holgado, a pesar de sus salarios como miembro del Congreso de los Diputados y, especialmente, de su origen de clase baja. A esto último, en su instante, ella respondió que eran ataques elististas y «misogenistas», en referencia a la misoginia.
“Otto Pérez me entregó la estafeta para seguir dirigiendo este partido. Y yo debo dar la estafeta, porque no hicimos un partido con apellidos que tuvieran nombres. Hicimos un partido a fin de que muchos pudiesen venir aquí”, afirmó. Y citó la renovación de los cuadros, poniendo como un ejemplo a Otto Pérez Fiel, alcalde de Mixco e hijo del primer mandatario que aceptó como primer vocal. El 33 por ciento del Comité Ejecutivo Nacional, trece personas, son nuevos miembros. Cinco de ellos, son suplentes. Cuatro, mujeres.
En la cúpula de secretarios generales adjuntos, López Bonilla, Martínez y Muadi sustituyeron a Óscar Salvador Córdova Sierra, quien dirige el Fondo Social de Solidaridad adscrito al ministerio de Comunicaciones; Gustavo Adolfo Martínez, Secretario general de la presidencia; y Anabella de León, Registradora de la propiedad y quien todavía buscaba cabildear apoyos a mediados de la semana pasada para sostenerse en la bóveda del partido.
Baldetti puso exactamente a De León como el ejemplo de una persona del partido que entendió la necesidad de dejar espacios a la juventud. En su lugar, aseguró la secretaria general, llegó Michelle Martínez, viceministra de protección social en el Ministerio de Desarrollo Social y un cuadro que ella ha promovido en el partido, representaba al campo femenino del partido. En suma, 11 de los 39 integrantes del comité son mujeres, dos más que en el electo en marzo de dos mil once.
Igual, los números charlan poco de lo que verdaderamente se negoció en las últimas semanas: el poder en el PP. “Muchos creyeron que los que están acá sentados no iban a traer su playera naranja sino un par de buenos guantes de box para poder ver quién se daba más duro”, afirmó Baldetti. La gente río. Pero entre los elegidos más de alguno frunció el ceño.
Baldetti hizo sus valoraciones al final de la asamblea: “La mayoría, tanto del comité como de los demás gremios del partido, fueron cambiados”. Según ella, los que salieron admitieron que para poder tener un partido de largo plazo tiene que haber caras nuevas y jóvenes preparándose para el relevo generacional. “Anabella de León y Gustavo Martínez no están en la dirigencia, mas sí están dentro del partido”, aseguró. De lo que no habló fue cómo las renovaciones variaron la lógica de poder dentro del partido.
Por poner un ejemplo, la salida de Gustavo Martínez, secretario general de la Presidencia, quien anteriormente ya había dicho que podía ser un presidenciable de los Patriotas y que también quería disputar la segregaría general del PP, parecería ser una condena por jugar contra los intereses Baldetti dentro de la institución política.
Además de esto, la salida de Martínez deja una vacante dentro de las secretarías del gobierno del PP: la segregaría de Organización y Filiales. ¿Quién obtendrá este puesto? Para ciertos podría ser López Bonilla, teniente coronel, ministro de Gobernación, ex jefe de campaña y amigo personal de Pérez Molina, quien además de esto se aúna como una carta nueva de Baldetti para disputar una posible candidatura presidencial de Sinibaldi en un 2015.
Asimismo quedaría ver qué papel jugará Pedro Muadi en el comité. Para muchos, el presente presidente del Congreso consiguió su cargo en un acuerdo con la Cámara de Industria. ¿Qué espera hacer en el partido? Aún es muy temprano para decirlo. Su nombramiento fue de última hora. Él mismo reconoció que fue a mediados de la semana pasada que le charlaron para ofrecerle al puesto. En todo caso, junto a él va a estar, si bien en un tercer plano como miembro suplente, Emmanuel Seidner, diputado con una gran adherencia al Cacif y que fue relevado a principios del año de la Comisión de Economía del Congreso de la República.
Desde el inicio del año, en los corrillos políticos –en especial en los parlamentarios– se habla de la división en el grupo parlamentarios del PP entre seguidores de Baldetti y los de Sinibaldi. Ciertos, sumaban un tercer grupo: los fieles a Pérez Molina. Dentro del partido, no era diferente.
El poder político de Sinibaldi está en la zona metropolitana y sus hombres de confianza se reparten puestos en el ministerio de Comunicaciones. Para muchos, si no lograba oficialmente ser nombrado candidato en este año, éste tenía que asegurar los apoyos suficientes en el comité para poder tener piezas que desplazar en la reunión general de principios de 2015. Y por este motivo peleaba que se incluyeran al menos diez hombres fieles a él, además de ser reelecto como secretario adjunto I.
Sinibaldi sostuvo su puesto, mas perdió en la bóveda del partido a Córdova Sierra, que hasta el día de ayer era secretario adjunto III. . Afuera quedaron sus operadores políticos en el congreso, los diputados Fernando García y Juan Alcázar. Al otro lado, tiene tres de sus hombres en el Consejo político del PP: los viceministros Douglas Iván González Tobar, Miguel Ángel Cabrera Gándara y Rubén Mejía.
Alejandro Sinibaldi: Populismo, derecha popular y el candidato
Aun así, Sinibaldi no mostró una cara de derrota a lo largo de la asamblea, sino al contrario se le vio autopro moviéndose como el futuro aspirante. Encargado de dar a conocer el informe político del partido, aprovechó la oportunidad para lanzar a lo largo de 11 minutos una arenga llena en elogios para el presidente de la República, Otto Pérez Molina, “el máximo líder del partido”, y a Roxana Baldetti, por el hecho de que quien afirmó querer enseñar en público su “respeto y admiración”. “El partido ha crecido, se ha fortalecido y se ha unificado”, dijo. La gente aplaudió.
El mensaje de unidad lo retomó Baldetti. “A diferencia de muchos que pensaron que hoy iba a ser una asamblea de golpes, de pleitos o de fricciones, hemos ido edificando y renovando la amistad que nos unió cuando empezamos con el partido”, dijo la secretaria general.
Y ambos, los que se han visto como contrincantes en el Patriota, hicieron exactamente la misma referencia a hacer del Partido Patriota un “partido de largo plazo”, entendido como el primer partido desde la reciente democracia guatemalteca en repetirse en el Ejecutivo. Meta repetida por todos y cada uno de los partidos desde mil novecientos ochenta y seis y lograda, a medias, sólo si se contase que Óscar Berger, quien era el aspirante del PAN de Arzú en 1999, logró la Presidencia con una coalición ad hoc de partidos en dos mil tres.
Para Baldetti, el futuro inmediato del PP es convertirse en una derecha popular, defensora de los bienes de las personas y de la empresa privada pero siendo consciente de las necesidades de los ámbitos más empobrecidos. Y que para conseguir un cambio, hacían falta más de cuatro años.
¿Popular o populista? La secretaria general del PP solicitó que no se confundiera los términos. “Popular”, repitió. “Un gobierno trabajando en favor de los más vulnerables”, aseguró. ¿Populista? No, e hizo referencias, sin decir nombres, de aspirantes que prometieron en la campaña electoral precedente que “clasificarían la selección de futbol al Mundial”. Hablaba de Manuel Baldizón, secretario general de Líder.
Sinibaldi ya había hecho referencia al populismo, al que nombró la mayor amenaza de Guatemala. “El discurso populista, de las patrañas, de la demagogia, de la ambición del poder por solo obtener el poder”, dijo. Entonces, fue cuando decidió lanzarse al ruedo electoral: “Como creador del partido, que como guatemalteco, me siento comprometido a dar un paso al frente y a trabajar las horas que sean precisas a fin de que esa amenaza no se apodere de este país y el cambio siga en Guatemala. Cuentan con un amigo que va a caminar a la par de cada uno de ellos de a fin de que nuevamente el PP gane las elecciones.”
¿El ministro de Comunicaciones será el aspirante? Baldetti no lo dio por asentado. Reconoció que en el escenario había “diferentes liderazgos” del partido y que en el mes de septiembre se anunciaría al precandidato presidencial del Patriota. En su discurso resaltó cuatro nombres: a Otto Pérez Leal y Michelle Martínez, como cambios generacionales; a Pedro Muadi, un empresario que incursionó en la política; al ministro López Bonilla, un hombre que acepta ahora el reto de ser político; y a Sinibaldi, a quien describió como “un fundador del partido, como un hombre del partido”. Bordeado por los dos últimos, paseó hasta el final de la tarima, levantó sus brazos y posó para los fotógrafos.
“No hicimos el esfuerzo de doce años para llegar a gobernar y después dividirnos, y potencializar otro partido. Al contrario, vamos a permanecer unidos, sea como sea el aspirante, y todos trabajaremos por ese candidato que las bases desean”, afirmó Baldetti. Desde el retorno a la democracia, solo ha habido un par de ocasiones en las que las bases, por medio de primarias, escogen al candidato para liderar al partido.
a Democracia Cristiana en mil novecientos noventa y el Partido de Avanzada Nacional en dos mil dos. Esto acabó de romper los dos partidos, no diseñados para que fuesen las bases las que verdaderamente eligen al aspirante. Ese papel siempre y en todo momento le ha tocado a la dirigencias.